Sobre el Nobel

   ¿Qué hubiese ocurrido si Ken Saro-Wiwa hubiese ganado el Premio Nobel de literatura tras estar nominado en 1995? Como Bob Dylan, tampoco hubiese acudido, pues también desapareció. Desapareció por entre las playas impregnadas de plástico líquido y de óleo chicloso en el Delta del Níger, por entre los gritos contra las petroleras coloniales, por entre las manifestaciones reprimidas por las armas pagadas por ellas; desapareció por luchar contra las multinacionales Shell y Chevron que habían destruido con su contaminación sistemática su agricultura y su pesca; desapareció por manifestarse pacíficamente contra aquello que les hacía morir de hambre; desapareció reprimido por la mano de su gobierno armada por las petroleras, asesinado por el lobby salvaje del capitalismo neocolonial consentido para beneficio de los Estados del Bienestar en el Norte del mundo.
   Ken Saro-Wiwa tampoco hubiese acudido, no. Fue asesinado por la presión de una empresa legal que legalmente destruyó su modo de vida y su nación, que no pagó penalmente por ello y que siguió aún después con la contaminación.
   Nueve hombres ahorcados, cientos de asesinados, miles de exiliados tragados por el voraz sistema del Capital para poder llenar de gasolina nuestro desarrollo industrial.
   Un poco de dinero de multa —pues el velo corporativo ampara a las personas jurídicas con “limitada responsabilidad” —una subida de precio por aquí, una bajada de salario por allá y muertes saldadas, de nuevo a actuar, impunemente, amparados por la libertad de capital.
    ¡Muertos! iMuertos! ¡Muertos!
    Ken Saro-Wiwa tampoco hubese recogido ni recogerá jamás el premio nobel de literatura ni ninguno más.
   
  
 

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