No agaches la cabeza, querida mía. Porque si lo haces estás creando una autoridad, un privilegio, que no se sustenta sobre nada real; si lo haces estás creyendo en que hay personas mejores y personas peores, que hay personas por encima y personas por debajo; pero no, eso no se sustenta sobre nada real, no existe, es una ilusión que caerá con el telón dejando paso a la viva luz de una luna esbelta.
Respetar a aquel señor que es tu «superior» con dignidad y respeto te hace digna y respetable a su vez, pero eso le quita el derecho a él y al resto del mundo a estar por encima o por debajo de ti. No hay encima ni debajo, en realidad, solo hay trabajo y gestión, que está dentro del mismo campo, en definitiva, de un modo horizontal e igualitario en términos materiales, y por lo tanto es de igual merecimiento, de igual mención, y por ende, de igual remuneración. Yo coso, tu pegas, ella aprieta con sus bellos dedos el zapato, el otro aprisiona el cordobán, la otra corta, el otro golpea con su martillo, el otro trae la faena, y la lleva. Pero uno se lleva cincuenta y el otro cero con cincuenta, ¿dónde me perdí en esta preciosa cadena?
No existen personas mejores que otras, ni peores, existe la creencia que lo sustenta sobre un castillo de arena, pero un día lloverá, sí… lloverá, y se disolverá el castillo, el privilegio, la creencia, la injusticia y esta esclavitud moderna.
Echo de menos tu sonrisa mientras coses, mientras cortas con tus tijeras largas y golpeas con tu martillo desgastado, echo de menos tu sonrisa mientras de tus dedos te quitas sendas bolas de cola tierna, echo de menos el orgullo por hacer bien tu faena, mi apreciada aparadora del alma. Echo de menos tu felicidad.
El hijo de la Aparadora.
Respetar a aquel señor que es tu «superior» con dignidad y respeto te hace digna y respetable a su vez, pero eso le quita el derecho a él y al resto del mundo a estar por encima o por debajo de ti. No hay encima ni debajo, en realidad, solo hay trabajo y gestión, que está dentro del mismo campo, en definitiva, de un modo horizontal e igualitario en términos materiales, y por lo tanto es de igual merecimiento, de igual mención, y por ende, de igual remuneración. Yo coso, tu pegas, ella aprieta con sus bellos dedos el zapato, el otro aprisiona el cordobán, la otra corta, el otro golpea con su martillo, el otro trae la faena, y la lleva. Pero uno se lleva cincuenta y el otro cero con cincuenta, ¿dónde me perdí en esta preciosa cadena?
No existen personas mejores que otras, ni peores, existe la creencia que lo sustenta sobre un castillo de arena, pero un día lloverá, sí… lloverá, y se disolverá el castillo, el privilegio, la creencia, la injusticia y esta esclavitud moderna.
Echo de menos tu sonrisa mientras coses, mientras cortas con tus tijeras largas y golpeas con tu martillo desgastado, echo de menos tu sonrisa mientras de tus dedos te quitas sendas bolas de cola tierna, echo de menos el orgullo por hacer bien tu faena, mi apreciada aparadora del alma. Echo de menos tu felicidad.
El hijo de la Aparadora.
«Nadie debería escupir sangre pa que otro viva mejor» Athaualpa Yupanqui.