Disciplina en 3 pasos

Cómo convertirse en una persona disciplinada en 3 pasos

En relación a este reel que publiqué hace unas semanas, querría aclarar qué es, para mí, la disciplina, y cómo trasladarla de un concepto abstracto, lejano para muchas personas, inalcanzable para otras, a la vida cotidiana.

Así que vamos allá con el titular:

Cómo ser disciplinado.

Es cierto que sería muy fácil para una persona que es disciplinada desde siempre, porque le viene dado en su personalidad, decirle a una que no lo es que es muy sencillo, solo hay que serlo; del mismo modo que sería muy fácil para una persona extrovertida decirle a una introvertida que ser extrovertido es sencillísimo. Pero más allá de cómo sea cada uno, lo cierto es que, con pautas, práctica y dedicación, la persona no disciplinada y la introvertida pueden cambiar a su polo opuesto y alcanzar cotas a niveles similares.

Se trata de definir la disciplina, pues, para convertirla en una guía para que cualquiera pueda seguirla y conseguir sus metas mediante una estrategia inteligente, independientemente de cómo sea de antemano, o de las creencias sobre su forma de ser.

En ese reel definí la disciplina, con mis propias palabras, como una estructura creada en tus hábitos antes de que decaiga la motivación, cuando inicias algo con ganas.

Yo plantearía la estrategia a seguir para ser disciplinado, en base a 3 puntos esenciales o pasos a seguir:

  • METAS
  • ANÁLISIS FUNCIONAL DE LA CONDUCTA
  • VOLUNTAD

Vamos allá.

Metas, de las cuáles hablé en este otro reel:

Debemos aprender a trabajar con ellas en nuestra mente. Es decir, no se trata de apuntarlo en un papel, sino de descargar a nivel psicológico la presión de las metas a largo plazo que abruman por su lejanía en el tiempo y su dificultad. Trabajar con ellas a nivel psicológico es contraatacar esos pensamientos que te hacen huir de la meta a corto plazo, alegando la dificultad de la del largo.

Ejemplo: Quiero ponerme en forma. Esa es una meta a largo plazo, que implica muchísimas acciones a cumplir para que la meta sea alcanzada, y esto es abrumador. Por lo que, a poco que resulte dificultosa la tarea diaria (como entrenar día a día) nuestra mente, sin esfuerzo, tenderá a alegar motivos por los que no hacerlo, lanzándonos a la meta de largo plazo. Estás cansado ahora, te cuesta la tarea de hoy, ¿cuánto tengo que hacer para ponerme en forma? Para contrarrestarlo, debemos centrarnos solo en cumplir la meta a corto plazo, única y exclusivamente. Porque es mucho más fácil para nuestra mente cumplir «hacer ejercicio hoy» que «ponerse en forma». De esta manera aliviamos la presión, y controlamos nuestros pensamientos. Se trata pues, de controlar el foco, a qué préstamos nuestra atención, a una meta o a otra. Y de paso, no está de más premiarnos por cumplir las metas a corto plazo.

Por otra parte está el Análisis Funcional de la Conducta. Aquí está la esencia del fracaso. Por Análisis Funcional de la Conducta entendemos un proceso en el que descomponemos el objetivo, la gran meta (ponerme en forma) en partes pequeñas, y analizamos qué factores de tu entorno te llevan a fracasar en cada uno de esos pasos más pequeños, en comprender cómo influyen y en qué medida, y modificar cada uno para alcanzar la gran meta. Suelen ser pequeñas cosas, pero muchas, que al final te acaban haciendo renunciar en el día a día.

Siguiendo con el ejemplo, imagina que quieres levantarte a correr de madrugada, y un día te suena el despertador en invierno y hace frío, piensas que hace demasiado frío, apagas el despertador y renuncias. El Análisis Funcional nos permitiría identificar todos esas pequeñas barreras de la cadena de conductas que va desde despertarte a salir a la calle a correr, que hacen volcar la balanza en un momento de duda, hasta renunciar, a pesar de haber decidido la meta a largo plazo y haber sentido mucha motivación cuando lo decidiste. En este ejemplo, hay dos barreras que han volcado la balanza, el frío y el despertador a mano. Una vez identificados, los modificamos para producir cambios: ponemos el despertador lejos de la cama (por lo que nos veremos obligados a salir de esta cuando suene), y tenemos preparada una estufa potente al lado de la ropa para salir a correr.

Dos pequeñas soluciones a dos pequeños problemas de la cadena, que ayudan a cumplir la meta diaria (la única meta, como decíamos), y así con cada uno de ellos, tanto de los que están desde el principio, como de los que vayan surgiendo en el futuro, teniendo en cuenta que cada persona tendrá sus propios pequeños problemas.

Y tercero, voluntad. Y eso quiere decir que, una vez definidas las metas a largo, medio y corto plazo, ya no tenemos que movernos por motivación. Nunca más. Si esta está presente, genial, la disfrutamos, y si no está presente actuamos igual, sin ganas. Por disciplina, no por motivación. Es decir, hay que darle la vuelta al concepto que tenemos en la cabeza en el que hacemos cosas cuando tenemos ganas, pues en materia de disciplina y cumplimiento de metas es justamente lo contrario: hago cosas y luego siento la experiencia de lograrlo (endorfinas por hacer deporte, relacionarte con otra gente, la sensación satisfactoria de logro, etc), lo cual puede hacerme sentir motivado y sentir emociones positivas después.

Esto es para mí bajar de las alturas a la tierra la palabra disciplina. Análisis funcional, metas y voluntad. Sin violines de fondo ni grandes oradores gesticulando vehementemente ni frases motivacionales que se apagan en la memoria.

Solo eso.

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