A veces me quedo mirando al vacío. Ese vacío que seduce al silencio, que atrae a su quieta merced y que atrapa. Y ni me acuerdo de parpadear. Entonces navego como en un trance en lo que creo que son razonamientos. Pero estoy aquí, quieto, sin moverme, con la mirada perdida como atormentado por un extraño y exógeno mal.
Y se vuelve un silencio tan espeso…
A veces miro al vacío y veo muchas cosas pasar. Veo titulares de periódicos, noticias, reportes, veo el pasado reciente y lo que aún parece que está por llegar.
A veces, afectado, miro ese vacío como lleno de dolor, asombrado de la capacidad que tiene la humanidad para hacer el Mal, cualquier tipo de mal; el Mal es lo que esconde ese vacío al que me asomo a mirar, solo a veces, muy quieto y muy en silencio, y me da escalofríos, escalofríos de frialdad, de frío glaciar con que actúan en su negra ponzoña los tristes y procaces seres humanos siervos del Mal.
Veo risas malévolas y apretones de mano, dirigentes faltos de moralidad a causa de algún trastorno en el lóbulo frontal, veo dinero que se mueve a raudales con presunción de “indebidamente apropiado”, como recitado por el Código Penal; veo religiones desiguales matando a inocentes o culpables sin distinción, sin piedad; veo provocaciones de guerra e intereses escondidos; veo Judíos sionitas, musulmanes yihadistas, neonazis antisemitas, fríos capitalistas, comunistas opresores y transgresivos de la Libertad, veo muerte sin importar la bandera o el estandarte, y me digo que el Mal, vista como vista, es el Mal. Tristemente veo gente caer al vacío del que ya no se vuelve, y siento que estoy envuelto en lo trivial, en problemas que no transcienden y que no parecen formar parte de la cruda realidad.
Y mientras la vida y la muerte siguen atormentando a unos pocos, yo sigo aquí, sentado, muy quieto y muy en silencio, sin parpadear, sin hacer nada. Entonces despierto del trance. Y suspiro.
Y se vuelve un silencio tan espeso…
A veces miro al vacío y veo muchas cosas pasar. Veo titulares de periódicos, noticias, reportes, veo el pasado reciente y lo que aún parece que está por llegar.
A veces, afectado, miro ese vacío como lleno de dolor, asombrado de la capacidad que tiene la humanidad para hacer el Mal, cualquier tipo de mal; el Mal es lo que esconde ese vacío al que me asomo a mirar, solo a veces, muy quieto y muy en silencio, y me da escalofríos, escalofríos de frialdad, de frío glaciar con que actúan en su negra ponzoña los tristes y procaces seres humanos siervos del Mal.
Veo risas malévolas y apretones de mano, dirigentes faltos de moralidad a causa de algún trastorno en el lóbulo frontal, veo dinero que se mueve a raudales con presunción de “indebidamente apropiado”, como recitado por el Código Penal; veo religiones desiguales matando a inocentes o culpables sin distinción, sin piedad; veo provocaciones de guerra e intereses escondidos; veo Judíos sionitas, musulmanes yihadistas, neonazis antisemitas, fríos capitalistas, comunistas opresores y transgresivos de la Libertad, veo muerte sin importar la bandera o el estandarte, y me digo que el Mal, vista como vista, es el Mal. Tristemente veo gente caer al vacío del que ya no se vuelve, y siento que estoy envuelto en lo trivial, en problemas que no transcienden y que no parecen formar parte de la cruda realidad.
Y mientras la vida y la muerte siguen atormentando a unos pocos, yo sigo aquí, sentado, muy quieto y muy en silencio, sin parpadear, sin hacer nada. Entonces despierto del trance. Y suspiro.
Gracias David, como todo lo que voy leyendo tuyo, me gusta…
Sabes, en ese mirar al "vacío" nos encontramos…
Saludos